Wednesday, November 30, 2005

No es como en las pelis...


No sé si he comentado antes que vivo en un piso sin lavadora y que, por tanto, tengo que frecuentar la lavandería de vez en cuando. Es algo bastante habitual aquí, los pisos de alquiler amueblados no siempre incluyen todos los electrodomésticos. La lavadora se considera prescindible, no me digas por qué...

Después de varias experiencias, he llegado a una conclusión, por otra parte totalmente lógica: las lavanderías no son como en las pelis...
Atención al antro que tengo que utilizar para lavar mi ropa, a veces dudo de si se lava o sale más sucia que al principio...

En las películas americanas este tipo de locales siempre aparecen como lugares de encuentro, de nacimiento de una amistad como fruto de la casualidad, de punto de contacto para los vecinos que no se conocen. No sé si yo he tenido mala suerte o mi caso es el más normal. La lavandería que tengo cerca de casa, en la calle paralela a la mía, siempre está vacía. La gente deja su ropa allí y se va. Nadie se queda esperando mientras lee el periódico o escucha música, nadie habla con nadie a no ser que tu máquina no funcione.

Teniendo en cuenta el barrio en el que vivo, barrio de inmigrantes y pobres, de gente que está de paso y de ancianos que llevan allí toda su vida, desde antes de que los nazis convirtieran Harburg en un barrio más de Hamburg, es fácil imaginar que no es el lugar idílico para hacer amistad con extraños y ciertamente la gente es aún más cerrada que en el centro, porque hay más desconfianza.


Por otra parte, yo he empezado a hacer lo mismo: dejo allí mi ropa, me subo a casa a cenar y vuelvo a por ella. El lavado tarda 30 minutos, el centrigugado tarda 10 minutos y la secadora tarda otros 15 minutos; en total suelo perder algo más de una hora a la semana y me viene costando (3´50 lavar + 0´20 suavizante + 0´60 centrifugar + 0´60 secar) unos cinco euros. No está mal por algo que normalmente das por supuesto.

Además, el primer día que tuve que usar las máquinas fue muy divertido. No entendía ni una sola palabra de las instrucciones de uso, así que hice caso a mi intuición (al método prueba-error) hasta que conseguí que aquello reaccionara.

¡Y yo que esperaba que apareciera un tiazo como el de "40 días y 40 noches" que me ayudara a meter mis trapos en aquella descomunal secadora industrial...!

Definitivamente, nada que ver con las películas...