Sunday, January 22, 2006

Willkommen, Rubio und Ele!

Esto es el documento chorra-informativo que Andi y yo preparamos para Rubio y Ele en Enero. Es una chorrada y muchos de mis amigos ya lo han visto por correo, pero me llevó un rato montarlo y lo voy a publicar en el blog, para que sirva para algo más. Además, la información dada es útil para aquéllos que dicen que me van a visitar... aunque dudo mucho que lo hagan.

Al final todo el mundo se raja...





Fue muy divertido prepararlo. Cada vez que veo las fotos me río un montón... la gente nos miraba un poco mal...
Y a mí eso de que me miran mal, ¡siempre me ha encantado!

Thursday, January 19, 2006

El regreso: capítulo final

Las cosas buenas, la mayoría de las veces, son complicadas de conseguir y se hacen esperar... mucho, demasiado..., como siempre.



Nuestro último encuentro en verano fue tan gratificante como desolador, tan destructor como impulsor de nuevas energías.


Aquellas primeras noches en Hamburgo te las dediqué a ti, a tu soledad y tu dolor, a mi soledad y mi tristeza. Intenté aprovechar aquello como atizador de las llamas, para arder al máximo, hasta consumirme, y comenzar con todas las fuerzas posibles, fruto de la combustión. Aunque no lo conseguí, como siempre.




Desde el verano no habíamos tenido demasiado contacto, pero más de lo habitual si cabe: un par de correos
electrónicos, unos textos escritos en medio de la noche y una llamada de teléfono, eterna, infinitamente escasa para la cantidad de sentimientos que queríamos transmitir. Yo siempre te he hablado con los ojos y tú sabes entenderlos, o por lo menos sospechar lo que pienso. Y nos intuimos con la mente, como siempre.

Tras diversas llamadas de teléfono, mil intentos y alguna que otra frustración, conseguimos que nuestra promesa se cumpliera y nuestro encuentro en Navidades fuera posible.

Las circunstancias eran otras muy distintas a las de la anterior cita, siempre son otras. Pero nada cambia.
Hablamos, conversamos, paseamos, planeamos, reimos y lloramos. Y en una maldita estaci
ón de tren nos despedimos, como siempre.

Y nuestro encuentro se hizo tan breve como el momento que tarda el sol en bajar al atardecer. Y tan fugaz como el último rayo de sol, fue nuestra despedida.




¿Hasta cuándo...?



Tuesday, January 17, 2006

El regreso: paseo diurno por Valladolid.

Un paseo diurno puede mostrar mejor las maravillas arquitectónicas que encierra esta ciudad tan denostada.

La formidable portada de Las Cadenas de San Gregorio, en continua restauración, no tiene nada que envidiarle a la fachada de la Universidad de Salamanca. En mi opinión, le da mil vueltas a la fachada de San Pablo, la cual es considerada mayoritariamente como la maravilla de Valladolid. Personalmente, no me gusta. Me quedo con ésta.


Con un poco de perspectiva, apenas se aprecia el cartón-piedra que tapa las obras de restauración y que trata de imitar la verdadera visión de la portada. Siempre me he preguntado por qué hay dibujada una mujer con una bolsa de El Corte Inglés, ¿publicidad pagada o un artista de cachondeo?

Una de las características urbanas que más echaba de menos en Hamburgo era la existencia de soportales y patios, especialmente de soportales. Es una gozada poder pasear por una ciudad que esconde un antiguo palacio en cada esquina.


También echaba de menos nuestros enfoscados rojos, nuestras columnas de granito y nuestras estructuras de viguetas de madera con enyesado. Una maravilla constructiva, un placer visual.

Otra de las bellezas de la ciudad es San Benito. La gente suele fijarse en lo blanquita que está la piedra, en lo limpio y ordenado de su entorno y en la amplitud de la plaza que lo precede y que permite una amplia visión del pórtico de entrada. Pero a mí San Benito me gusta por lo que tiene de histórico y de original. Es un Iglesia adosada a un edificio público que anteriormente fue convento. Pero en su origen se trataba de la fortaleza originaria de la ciudad. San Benito era un castillo a orillas del río Pisuerga que servía de broche a la muralla medieval de la ciudad, de la que apenas podemos encontrar unos pequeños restos.




























Monday, January 16, 2006

El regreso: paseo nocturno por Valladolid.

Volver a la ciudad que me ha acogido en los últimos cinco años de mi vida fue una sensación agradable: la sensación de estar en casa. Yo adoro Valladolid desde el principio y, en contra de la mayoría de las opiniones, me parece una ciudad bonita e interesante. Puedo entender que en una región como Castilla y León, en la que encontramos tres de las once ciudades Patrimonio de la Humanidad de España (Salamanca, Ávila y Segovia), Valladolid puede resultar un aborto urbano, perfectamente reflejado en su desmembrada catedral. Cierto es que con las desafortunadas actuaciones que ha padecido, Valladolid no es ni la sombra de lo que fue, ya se sabe, continúa mirando con nostalgia el breve período en que fue capital der reino, y aquellos maravillosos años en que era cuna de nobles y reyes, con tal cantidad de majestuosidad, que llegó a ser considerada la Siena española, ocupando un lugar preferente en la lista de ciudades más bellas del mundo. Aquellos tiempos pasaron, y de qué manera, y la falta de amor por su propia villa, hizo que los pucelanos no apreciaran el tesoro que tenían en sus manos, y lo maltrataran hasta prácticamente acabar con él.

Pero eso hace de ella una ciudad que invita a la investigación. La belleza de sus calles y el recuerdo de su historia no es algo tan evidente como en otros lugares. Requiere una mirada sensible, entrenada quizás, que localice los puntos álgidos del patrimonio que esconde entre los monstruos del desarrollismo.

También encontramos nuevos intentos de reimpulsar la ciudad, con mayor o menor acierto, eso es muy discutible, tan discutible como el precio que se paga por tener el alcalde que se tiene. Los fondos europeos destinados a desarrollo regional han ido a parar al embellecimiento de unas pocas calles de la ciudad e irán a parar al soterramiento del ferrocarril, si es que éste llega a producirse, cosa que dudo dado los plazos de que se dispone.

El ayuntamiento recauda sus fondos de la recalificación de terrenos y de la subasta de suelo público al mejor postor. La ciudad sufre una plaga de nuevos aparcamientos subterráneos, incluso en zonas nada recomendables como la Plaza de Portugalete, vendidos como la panacea al problema de falta de plazas de aparcamiento en las calles, pero promovidos por los altos ingresos que se obtienen de ellos, a cambio de un mínimo coste y de muy buena propaganda electoral. Entre tanto, distraen la atención de la gente con restauraciones de "la fachada más bonita de Valladolid", perdonen si lo pongo en duda, y con sucesivas reformas de la Plaza Zorrilla, sobre todo de su fuente, que actualmente puede confundirse perfectamente con una piscina que rodea un semáforo, debido a su colorido. Debe de ser que el señor alcalde quiere tener enfrente de sus balcones una versión cutre de la Fuente Mágica de Montjuic que Barcelona exhibe desde la exposición universal de 1929. Sinceramente, señor alcalde, nuestra fuente no da la talla.

Nos peatonalizan las calles al mismo tiempo que nos prohiben estar en ellas, con ese control desmedido contra el "botellón", y esas continuas redadas "anti-droga" que acosan a los pobres jóvenes en la Plaza de Cantarranas. Y yo simpre me pregunto por qué sitiar esa plaza, en busca de unos cuantos porros, cuando es en otros lugares donde se produce el verdadero tráfico de drogas; y por qué acosar a los jóvenes sólo allí, como si en las zonas de la Plaza de Coca o de San Miguel la gente fuera más civilizada, más bien al contrario; será que los jóvenes de izquierdas no tienen valores y emanan rebeldía, mientras que los niños de papá son unos santos, ya se sabe, porque van a misa los domingos llevando un polo de Lacoste y la raya al lado bien marcada en el pelo. En fin, eso es otro tema que se merece otra reflexión en otro momento.

Pero no podemos criticar a la ciudad por estos problemas. De hecho, Valladolid no es un caso único, ni el más grave, más bien sigue la tónica general del país, según la cual los ayuntamientos hacen y deshacen a su antojo, o más bien al antojo de sus amiguetes constructores, peces gordos que se llenan los bolsillos mientras juegan al monopoli con la ciudad en que vivimos. Y nosotros asistimos al espectáculo, atónitos, sin saber como parar aquello, sin saber si quiera si nos conviene pararlo.

Al margen de las calamidades que nuestros políticos realicen, yo seguiré disfrutando de los rincones escondidos de la ciudad, generalmente olvidados y muy poco valorados.
Por favor, que sigan así, olvidados. Así no tendrán la tentación de "renovarlos". Cada vez que tocan algo es para joderlo, y el mejor ejemplo está en las sucesivas reformas del sistema educativo. ¡Que reformen San Miguel, que buena falta le hace! Total, ya es una de las plazas con peor gusto y menos criterio de la ciudad. Casi seguro que una reforma sería a para mejor. ¿Pero qué digo? ¡Si es preciosa! ¡Mira que árbol de Navidad más bonito nos ha regalado el Hotel Olid Meliá! ¿No te gusta? ¿Por qué? ¡Ay, Señor! ¡Qué falta de espíritu navideño...!



Sunday, January 15, 2006

El regreso: una noche de fiesta.



Sinceramente, en estas últimas Navidades pasé más tiempo en Valladolid que en Madrigal.



Aqui estamos en el piso de Tirso de Molina, de charla de chicas, las tres marias.

Por fin una Mahou, que nose diga, con la de cervazas alemanas que me he bebido y sigo prefiriendo el producto interior bruto.


Echaba de menos mis bares favoritos, El Testa, El Zero, Asklepios, asi que nos hicimos una ruta por todos ellos. Pero primero fuimos a recoger a Dani a su bar, La Casa Pedro.


Como estabamos solos, era como estar en casa, aunque para mi gusto gastamios demasiado tiempo alli. A mi ya me apetecia salir...

Por suerte, a todos nos gustan mas o menos los mismos sitios, asi que no hubo discusiones para elegir los destinos, cosa que se agradece.

La verdad es que me lo pase muy bien, y me dejaron elegir a mi los sitios, por eso de ser la invitada y esas cosas, que majos!

Aqui pongo una foto de la decoracion de la entrada del bar, la verdad es que por dentro parece una tasca de Paraiso...


El mejor momento para mi fue en el Zero Cafe, con muy buena musica, muy en mi ambiente, me desmelene y me puse a bailar como una loca...

Despues nos fuimos a Asklepios, pero no se por que, estaba muerto. Nunca lo habia visto tan vacio, tan muerto. Sera el efecto de las Navidades...

Al final, acabamos solos Raul y yo, haciendo el idiota en lapista de baile. No quedaba mas remedio, o nos animabamos solos, o no habia nada mejor que hacer...