Monday, March 13, 2006

Cumpleaños de mi abuelo

Hoy, 13 de marzo, mi abuelo querido cumple nada menos que 91 años. Sí, 91 años, se dice pronto. Yo tenía mis dudas de que fuera a llegar a esta edad, ya que el año pasado, coincidiendo con mi cumleaños, sufrió varios infartos cerebrales. Pero la medicina moderna es maravillosa y la buena constitución de mi abuelo es extraordinaria. Así que ahí le tenemos, tan chulo, como si nada hubiera pasado, en plenitud de facultades mentales (al margen de las típicas manías que se potencian con la edad) y con las facultades físicas sorprendentemente bien para su edad. Leer sin gafas, caminar sin ayuda, ... El único problema es que está sordo, pero lleva sordo desde que yo le conozco, y siempre hemos pensado que se hace el sordo para no tener que soportar a la abuela, que es un loro y no calla. Sin ir más lejos, hoy he hablado con él por teléfono y me ha entendido todo, sin problemas. Me hubiera gustado poder estar allí para felicitarle en persona. Siempre he tenido devoción por mi abuelo, a pesar de que sostenga unas ideas que van generalmente en contra de mis principios. Siempre se ha dicho que se reniega de las ideas de los padres y se coincide más con los abuelos. Supongo que será una expresión general aplicable a corrientes ideológicas, más que a una cuestión generacional. Es difícil no renegar de las ideas de unos padres educados en el franquismo, pero es aún más difícil coincidir con unos abuelos falangistas que hicieron la guerra.
Por cierto, no sé por qué últimamente me ha dado por hacer una revisión del franquismo y de la guerra civil española. Hace dos años me dio por la segunda república, movida por la lectura de Josep Pla (El advenimiento de la República) y Manuel Azaña (El jardín de los frailes). Ahora esta nueva indagación ha venido provocada por la lectura de Eduardo Chamorro (25 años sin Franco: la refundación de España). Por cierto, de los tres libros que he mencionado recomiendo encarecidamente el de Pla. Me impresionó mucho cuando lo leí. El de Eduardo Chamorro me lo podía haber ahorrado. No hubiera perdido nada. En fin, al menos me ha servido como excusa para darme un repaso a la historia española del siglo XX, ésa que no se estudia porque los programas siempre empiezan en la prehistoria y nunca se llega al siglo que más puede aclararnos algunas cuestiones del presente. Menos mal que tenemos a nuestros abuelos para que nos lo cuenten, los que tenemos la suerte de conservarlos.